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PERMANENCIA

  • Foto del escritor: Mario Alesri
    Mario Alesri
  • 27 oct 2020
  • 4 Min. de lectura


Piensa en el éxito.


Puede ser que en nuestros pensamientos nos imaginemos a personas esforzándose por alcanzar sus metas, alumnos estudiando arduamente para lograr pasar un examen, quizá a un hombre que se esmera demasiado para poder montar el negocio de sus sueños, o una madre que se desvive por su familia para darles lo mejor, pensemos lo que pensemos, no podemos concebir éxito alguno sin el esfuerzo humano para alcanzarlo. Y si, es necesario que haya esfuerzo; cambio de actitud, deseo, ganas, dedicación, todas estas cosas son parte de alcanzar el éxito en lo que nos proponemos. Sin embargo, el éxito y el disfrute que producen es pasajero, perdurará por algún tiempo, pero para un hijo de Dios no tiene valor eterno, porque éste tipo de éxito va encaminado a satisfacer nuestra naturaleza en la carne que no es del todo malo. Pero a la luz de la Palabra, bajo la vida espiritual que nos fue dada a través de Jesucristo, el éxito adquiere otra dimensión.


¿Eres exitoso en tu vida espiritual?

Jesús, con muchos años de antelación expuso el principio por excelencia para acercarnos más a la plenitud en la vida espiritual que nos fue dada a través de su muerte y resurrección. Ese principio es el de la permanencia.


El significado de la palabra permanencia según la RAE dice; duración firme, constancia, perseverancia, estabilidad e inmutabilidad.


"Permaneced en mí, y yo en vosotros[...]" Juan 15:4.5.

Al leer este pasaje vemos como Jesús estaba advirtiendo a sus discípulos de la importancia del permanecer en Él. ¿Por qué? Más adelante leemos la respuesta en el verso 5, el mensaje central y puntual de esta enseñanza; "Porque separados de mí nada podéis hacer¨.

Encontramos también algunas palabras antónimas a permanencia, que son; inconstancia, inestabilidad, volubilidad, entre otras. Pero hay dos palabras que describen de manera significativa la posición en la que nos pone el NO permanecer en Jesús, esas palabras son; huésped y alojado.


Esto quiere decir que no permanecer nos hace personas que no somos de casa, que solo estamos de paso, que preferimos la visita para no comprometernos, a quienes quizá el mensaje no les ha sido lo suficientemente revelado como para producir un cambio tan profundo que traiga permanencia a sus vidas, en su comunión con el Padre

.

Por esta causa no debemos percibir la vida espiritual que nos ha sido revelada a través de Jesucristo, como algo que se nos añadió y que podemos tomar si queremos o no. Si has nacido de nuevo, la vida espiritual se vuelve la base en torno a la cual debe girar tu vida cotidiana. Porque una vez que el evangelio te ha sido revelado con su correcta intención, te haces dependiente del amor del Padre. Logrando entender que, al vivir separados, la realidad de lo que expresó Jesús en aquella ocasión te alcanzará tarde o temprano, porque recordemos que, de Jesús (como Hijo de Dios revelado a la humanidad) no podían salir palabras engañosas, Números 23:19.


EL PRIMER LLAMADO QUE JESÚS NOS HACE,

ES A ESTAR


Ya que, al expresar y transmitir el evangelio, lo que Él hablaba eran palabras que salían del Padre. Eso quiere decir que todas y cada una de las palabras que Jesús expresaba llevaban el peso de la verdad, el peso de una verdad eterna cuya intención nunca fue la condenación, sino provocar el impacto suficiente para cambiar la manera en que el hombre debería de entender la importancia de su comunión con la permanencia y la vida misma, que es Dios.


El primer llamado que Jesús nos hace es a ESTAR (Marcos 3:13-14), aprender de su carácter, aprender a amar, a orar, a enseñar, a comprender las Escrituras para darle el sentido correcto para lo cual fueron escritas. La palabra estuviese se traduce de la palabra griega eimi, ser o estar.


En el libro de Marcos la manera en que este verbo se traduce es sean, de hecho, Jesús mismo usó esta expresión en Juan 17:11, cuando expresa al Padre el anhelo de que sus discípulos fuesen como Él, así que vemos que el propósito de que permanecieran con Él era para que se hiciesen como Él.


Estos pasajes nos muestran que el propósito de la permanencia en Él es que el carácter de Cristo sea formado en nosotros; crecer en unidad, crecer en santidad y crecer en perfección, pues sabemos que el anhelo del Padre es que seamos conformados a la imagen de Cristo.


Estamos llamados a permanecer (estar) con Él, para conocerlo como el Pan de Vida, como el Agua Viva, y poder comer y beber de su naturaleza, para que Él sea formado en nosotros y que esa expresión de su vida en la nuestra impacte nuestro mundo e invite a los demás a querer experimentar esa vida espiritual que por gracia nos fue dada.


Oremos al Padre para que el Espíritu nos dé fortaleza, para permanecer en la vid Verdadera, para pelear la buena batalla a la que por designio divino hemos sido llamados, y de la cual a través de la muerte y resurrección de Jesús ya hemos ganado.


Mario Alesri.

Fuente Parcial; Herramientas Discipulares

 
 
 

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