VENCER LA TENTACIÓN, ENTENDIENDO POR QUÉ CAEMOS
- Mario Alesri
- 26 abr 2021
- 4 Min. de lectura

¿Si nuestro viejo hombre está muerto y tenemos la naturaleza de Cristo, por qué seguimos cayendo?
A través de nuestra vida como creyentes experimentamos diversas situaciones que llegan a poner en duda nuestra condición delante de ésta gran carrera de la fe. Gálatas 5.17 dice; "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis". El punto aquí es que ambos comparten la misma casa, pero son incompatibles. Es esta incompatibilidad la que nos mete en aprietos cuando vamos por la vida tomando decisiones y accionando lo necesario para conseguir lo que queremos. Veamos lo que dice Pablo en su carta a los Romanos 7:16-23.
Debe ser condición natural, que cuando Cristo ha sido revelado a tú vida NO veas al pecado como algo normal. Lo natural debe ser repelerlo. Entonces, un medidor para saber si dentro de tú ser has ido adquiriendo la naturaleza de Cristo, es que cuando cometes pecado (acto que no agrada a Dios porque no es su naturaleza) no te sientes bien. La razón por la cual experimentas ese conflicto interno es porque en tu espíritu lo odias; si no fuera así, no habría ningún conflicto y el pecado fluiría naturalmente en ti. Aún si tu sientes que estás esclavizado al pecado, y éste te gratifica (en tu carne) no quiere decir que lo amas.
Durante algún tiempo (y quizá aún), llegaste a creer que tu condición como hijo de Dios tiene que ser perfecta, que mencionar el pecado en tu vida es sinónimo de condenación, como alguna especie de lepra que automáticamente te margina de tu entorno “cristiano” y te hace sentir indigno. Pero la realidad es que el hecho de que el pecado sea placentero no dice nada de ti; más bien del pecado.

Alguien dijo: “Tu problema es que tú piensas
que tu problema es tu problema, pero tu problema
no es tu problema, y eso es tu problema"
¿Tú crees que ese pecado específico en tu vida es tu principal problema? No lo es. La causa raíz es que el pecado opera cuando un hijo de Dios gestiona su vida desde la carne, en lugar de gestionarla desde el espíritu; lo que hace que el pecado que cometes sea el síntoma del problema y no el problema en sí. En este punto debemos pedir al Espíritu que nos revele quienes somos en Cristo, porque la verdadera naturaleza de un hijo de Dios, que le ha sido revelada por Cristo y que va adquiriendo en su crecimiento nace en el espíritu, no en la carne, por consecuencia, es en el espíritu donde cuentas con todas las herramientas, todo el poder para lograr resistir la tentación. Si lo haces desde la carne, entonces estas actuando como alguien independiente.
EL VERDADERO PECADO, ES VIVIR INDEPENDIENTE
Uno de los errores que nos someten al pecado, es que una vez que Cristo nos ha sido revelado sigamos viviendo nuestras vidas de manera independiente. El verdadero pecado, es vivir independiente Juan 15.5.
Es por tal motivo que se vuelve de suma importancia experimentar su gracia y renovar la mente Efesios 4.23. Debemos dejar de creer mentiras; tú no eres lo que dice tu vieja naturaleza, si no lo que tú eres en la nueva naturaleza, Cuando tú crees una mentira, afirmas esa mentira sobre tu vida y te sometes a esclavitud. Si la verdad te hace libre. ¿Qué te harán las mentiras? ¡Meterte en esclavitud!
Pablo dice que cuando peca, no es él quien lo hace.
¿Cómo necesitamos entender esta declaración?
Él no está diciendo que debemos evadir la responsabilidad, considerar lo contario sería un error. Al final, el pecado que cometes no se dio porque sí. Hiciste una elección. Y esa elección la hiciste desde la carne, donde tu identidad se confunde y se nubla. Por lo tanto; la llave que nos dará la victoria sobre la carne es permitir una gestión mayor del espíritu, es decir, que, aunque en nuestra posición en Cristo ese viejo hombre (ese viejo rudimento), siga tratando de gobernar sobre nosotros, gozamos ahora de esa naturaleza espiritual, única y real que nos identifica como hijos suyos, que nos fue dada a través de Cristo y con la que podemos despojarnos de ese viejo hombre.

El crecimiento, conocimiento, desarrollo y éxito de nuestro caminar es entender que ese sometimiento es progresivo Filipense 3.14. Desde la perspectiva divina todo ha sido consumado, desde nuestra perspectiva humana proseguimos a la meta, aprendiendo a someter nuestros cuerpos bajo el gobierno del Espíritu.
Pecas porque el dar lugar a la carne no te deja percibir las cosas del espíritu.
Bajo este contexto podemos ver con claridad dos grandes aspectos para superar la tentación. Uno tiene que ver con los efectos de los residuos del pecado en tu cuerpo físico (porqué pecas) y el otro te equipa a decir un <<¡No!>> victorioso a la tentación cuando venga a ti.
Nunca superarás el pecado en tus propias fuerzas, porque esas fuerzas están sustentadas en la carne (la vieja naturaleza). Al afrontarlo desde esa perspectiva quitarás los ojos de Jesús y los pondrás en tus propias faltas. Necesitas enfocarte en Él, no en tus pecados. En la medida en la que te enamores más y más de Jesús, estos pecados que te tienen abrazado llegarán a ser menos atractivos hasta que decidas dejarlos 2 Corintios 2:14.15.
Fuente parcial: Experimentando el Caminar Bajo su Gracia/Dr. Steve McVey
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